Poesía

Poesía

domingo, 18 de noviembre de 2012

Éter


Soy el bramido de las olas que a
tus sentidos va a relajar. En la
playa, la arena te baña, te disfraza.
Te vuelves parte de ella, y en 
sirena te transformas para no 
naufragar en la mar.

Es mi imaginación la que divaga.
Tener tu entusiasmo atado a mis
relatos, convierten lo abstracto en
versos, éstos que lees, y que te
pintan de carmín porque sabes que
son para ti.

¿Piensas que no me adentro en
tus cortinas para abrirlas al sol, al
día? Mujer, quiero que seas
siempre luz, una guía.

Escucha la mar, que hay luna llena:
las olas se agitan, te buscan sirena, 
para que en la mar no naufragues, 
y seas libre, libre de tus miedos,
 tus pinzas.

Abrid las puertas... Allá voy...

Luz en el horizonte


¿Qué decir si las manos están
frías y ella amurallada tras una colina?

Ella emana ternura. Ella, a quien
mis versos se entregan.

Dadme una señal para no
perderme entre las miles de
estrellas. En el infinito de ellas,
una eres tu. Permíteme llegar.  
¿Dónde estás?

Eres luz en el horizonte, 
resplandeces en la noche. 
Ilumina mis pasos, para 
alcanzar tu mano.

¡Ay! ¡Las estrellas! Una muralla te
 protege como a Helena en Troya.
 Dejadme ser los aqueos
 guíandome por ellas, tú,
 la estrella...