Me gusta la noche
porque la oscuridad
Nubla los pesares del día, y enciende, a
Su vez, las estrellas que nos regalan su
Compañía.
Nubla los pesares del día, y enciende, a
Su vez, las estrellas que nos regalan su
Compañía.
Mas la noche no sería
noche sin que en
Ella no estuvieses,
amor mío, bajo sus
Estrellas.
La noche no tendría
sentido sin las
Piezas musicales que
emite el silencio
De todo aquello que
no nos decimos
Para desahogarlo en
un beso, sí,
Acariciando tus
labios…
¿Qué importa remar
contra el mundo
De nuestras manos si
un poeta no
Se inspira en su
mujer de literatura
Para cruzar hacia el
otro lado?
En la noche
encendemos las velas
Cuyo brillo nos permite en nuestras
Sombras embriagarnos: tocar el cielo,
Su cénit, son nuestros corazones
Sincronizados.
Cuyo brillo nos permite en nuestras
Sombras embriagarnos: tocar el cielo,
Su cénit, son nuestros corazones
Sincronizados.
Me
esperas, mujer de letras, lectora
Complaciente,
al final de estos versos
Que
a ti he dedicado, después de
Suspirar
al vaho esgrimido de deseos
Cautelosos
de ambos...