Poesía

Poesía

sábado, 4 de abril de 2015

La ansiedad.

Quiero ser normal como los niños
que en el parque juegan. Quiero
poder llorar sin tener miedo a la
vergüenza.

Y quiero sanarme de esta ansiedad
que me desespera. Es fuerte como
el cabernet sauvageon, y amarga
como la cerveza.

El lid entre el espejismo de la
muerte y respirar el éter. Respirar
para vivir, despacio sino desesperas.

Sentir las piernas adormecidas y
las manos que tiemblan. El
hormigueo comprime el pecho,
mientras solicitas una mano que
te sostenga.

Querer paz y convencer al cuerpo
que volverá a la normalidad. Querer
huir de la pesadumbre que supone
batallar contra uno mismo sin tener
armada la defensa.

Te agarra la ansiedad de imprevisto,
te embriaga con su pesado vino y su
cerveza. Corres, buscas ayuda, lloras,
tiemblas. Un tsunami de emociones
inundan la paz que anhelas.

En los momentos de alegría el corazón
se excita. Yo quiero sentir esa excitación
sin pensar, ¿por qué lates más rápido
corazón mío?

Sentir pánico ante cualquier banal
circunstancia. Combatir contra los
designios de la mente es un arduo
trabajo, per necesario.

Imaginad un escalofrío con punzadas
en el pecho, la mirada perdida en
mareos, y en el estómago un nudo
que aprieta. Es temporal, pero en esos
cortos minutos, consume el cuerpo
entero, matándote de poco en poco.

Imaginad tener una hoguera calentando
el pecho, y como la lava del volcán al
estallar, va carcomiendo tu cuerpo hasta
el final. Eso es ansiedad.