Poesía

Poesía

lunes, 8 de diciembre de 2025

Paloma nacarada

 



Me gustas flaca bella, me

gustas tanto…


Me gustas tanto, tanto, que

 no me concentro. Mis 

páginas son bosquejos de 

deseos y de puro sentimiento 

que hacia vos siento.


Estoy acostado y no dejo 

de pensarte, de recordar 

el perfume de tu cabello 

que olía mientras bailábamos, 

deseando darte un beso, de 

tomarte de la cintura, de dar 

muchas más vueltas, de sentir

más tu respiración contra mi 

pecho, deseando cada vez más

de susurrarte en el oído que 

me quemo por dentro de puro

deseo, de pensarte en amanecer

mirando tus ojos cafés pudiendo 

agradecer al cielo.


Ay hermosa blanca flor, no sé

cómo llegar hacia tu palpitante

corazón, y yo me retraigo, te 

pienso, me retraigo al pensarte,

nacarada paloma danzante.


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Hoy sentí tu cálida piel, flaca

hermosa, mientras estábamos 

en el abrazo del tango, y afirmo

que es de seda, suave como un 

tibio recuerdo de verano. 


Dulce azucena danzante, deseo

tu piel, que hoy vi rosácea por

el sol estival, deseo que sientas 

los mil hilos que atan mi corazón

a tu cuerpo, a tu tierna voz, y a tus

talentos.


Y me matan los pensamientos

por querer milagrosamente 

que me pienses y quieras como

yo lo hago. Me trago lo que mi 

corazón grita cuando fijo mis

pupilas contra las tuyas en los

días en que nos vemos, pues 

temo que si lo escuchas, al 

conocer la verdad, no me 

hables más, y pierda una 

amistad.


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Te vas, y extrañaré aquellos 

días en que te veía, disfrutando

tu compañía, tus pasos, tu 

ligereza al caminar… tu voz, 

hermosa paloma nacarada, 

en mi cuerpo son dulces y 

placenteros escalofríos en 

mi cuello, pecho y espalda.


Deseo una vez, antes de 

tu partida, tomar tu derecha

mano, buscando el pretexto 

de bailar, cuando realmente 

lo que quiero es amar. Ahí me 

las ingeniaré, paloma nacarada, 

o simplemente callaré para no 

hacerte volar espantada. 

miércoles, 26 de noviembre de 2025

Mientras dormía

 



En la noche, mientras dormía,

soñé que moría, y un atisbo de 

paz y alegría inundaba en mi vida.


En la noche, mientras dormía, 

estabas tú en mi vida, y pasos 

de esperanza recorría en los 

campos verdes que del cielo 

nacían. 


En la noche, mientras dormía, 

la nada era vida, la soledad era 

inexistente, y abrazos yo 

compartía. 


En la noche, mientras dormía, 

no había dolor que acumule 

en mi pecho, y hubiese amado,

 ¡oh! ¡Cómo hubiese amado no 

amanecer otro día!

lunes, 20 de octubre de 2025

Romance del corazón discreto



Verde mar, piel de escarcha,

qué hermosa es, ilusiona mi

alma. Mas esta se vuelve 

penumbra al aterrizar los pies

en la tierra durante cada alba.


Verdes ojos, verdemar,

claro su reflejo que quema

el no poder tocarla, ni

decir palabra alguna del

calor, brasa ardiente

en el pecho, ¡qué

remordimiento sentir

el silencio!


Se escucha el trinar de 

pajarillos en primavera

desenvolverse con calma,

y yo aquí deseando 

escuchar su voz, frente

a frente, y no ante un telón

que separa. Quiero que

nuestras voces trinen 

al son del canto de los

pajarillos, y, ¡Maldita 

fantasía! Me avergüenza,

me acalla. 


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Una luna creciente en su 

pecho le marca, una 

mariposa en su antebrazo 

quiere extender sus alas, 

y un  perro tallado a mano

en su piel de nácar quiere

lamerle la cara.


Clavar mis pupilas en las

suyas es viajar a las costas

del Pacífico cuando las

olas son mansas. Verdemar,

hermosa claridad, luminiscencia

y paz.


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La escucho hablar frente a un

telón que nos separa, la veo,

la observo, siendo un placer ver

sus manos desplazar, de un lado

a otro moverse, verlas comunicar.


Tantas palabras que quedan

almacenadas en un cofre que 

guardo muy dentro, palabras

que siento, palabras de

declaraciones que arruinarían

el momento. 


Los mejores días son frente

a frente a un telón donde

la veo, la escucho, me escucha,

y le cuento lo que siento, mas

jamás sobre ella, mi ardiente 

secreto.


Ser un problema a resolver

no es paz, ser uno más de a

quienes a ella le toca escuchar

es imposibilidad. Me entrego a

la fantasía y a los versos para

soñar.


Y la pienso, la pienso, todos

los días, y espero pacientemente

a que llegue el día en presentarme

frente a mi ordenador, el telón,

para ver la aurora boreal de sus ojos

resplandecer en el firmamento.


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Mira, compadre, dame una mano

que me ahogo por dentro, dame

una mano que no quiero caer más

lejos. Siento pesadumbre en mi pecho,

sé un hombro que me apoye, un 

abrazo de aliento.


Déjame subir las escaleras para

estar más cerca del cielo, que lo

veo verde como sus pupilas 

verdemar, y ahora que sangro, que

sea su recuerdo mi último respiro,

mi último aliento.


Tantas palabras calladas no es 

vivir, es gentileza y sacrificio a

no ser despojado de esperanza,

y la fantasía de tenerla al menos

mientras sueño.


Compadre no soy feliz, estoy 

incompleto, no llames a la

ambulancia, déjame morir lento.

La soledad  carcome mi

existencia, que me cremen que

muero. 


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La poesía, el alimento

de quienes en silencio

dejamos palpitar el 

corazón que busca ser 

amado, infinidad de besos.