Me gustas flaca bella, me
gustas tanto…
Me gustas tanto, tanto, que
no me concentro. Mis
páginas son bosquejos de
deseos y de puro sentimiento
que hacia vos siento.
Estoy acostado y no dejo
de pensarte, de recordar
el perfume de tu cabello
que olía mientras bailábamos,
deseando darte un beso, de
tomarte de la cintura, de dar
muchas más vueltas, de sentir
más tu respiración contra mi
pecho, deseando cada vez más
de susurrarte en el oído que
me quemo por dentro de puro
deseo, de pensarte en amanecer
mirando tus ojos cafés pudiendo
agradecer al cielo.
Ay hermosa blanca flor, no sé
cómo llegar hacia tu palpitante
corazón, y yo me retraigo, te
pienso, me retraigo al pensarte,
nacarada paloma danzante.
—————————————————————
Hoy sentí tu cálida piel, flaca
hermosa, mientras estábamos
en el abrazo del tango, y afirmo
que es de seda, suave como un
tibio recuerdo de verano.
Dulce azucena danzante, deseo
tu piel, que hoy vi rosácea por
el sol estival, deseo que sientas
los mil hilos que atan mi corazón
a tu cuerpo, a tu tierna voz, y a tus
talentos.
Y me matan los pensamientos
por querer milagrosamente
que me pienses y quieras como
yo lo hago. Me trago lo que mi
corazón grita cuando fijo mis
pupilas contra las tuyas en los
días en que nos vemos, pues
temo que si lo escuchas, al
conocer la verdad, no me
hables más, y pierda una
amistad.
——————————————————
Te vas, y extrañaré aquellos
días en que te veía, disfrutando
tu compañía, tus pasos, tu
ligereza al caminar… tu voz,
hermosa paloma nacarada,
en mi cuerpo son dulces y
placenteros escalofríos en
mi cuello, pecho y espalda.
Deseo una vez, antes de
tu partida, tomar tu derecha
mano, buscando el pretexto
de bailar, cuando realmente
lo que quiero es amar. Ahí me
las ingeniaré, paloma nacarada,
o simplemente callaré para no
hacerte volar espantada.