La soledad acompaña mis pasos, siguiéndome
día y noche, recordando sin cesar mi estado.
Y yo te pienso como si fueses mía, pero no lo
eres. Ni un ápice de conocimiento de cómo
quemo por dentro tienes.
Te pienso y escribo estos versos para no
quemarme el alma, para no irme al
infierno. Además, para sentirme menos
solo par
Te pienso como si fueses mía, y no lo
eres. Quisera que mi boca fuese
autónoma para que solo ella ante
ti mis sentimientos y emociones
se manifiesten.
Te pienso y te quiero confesar el delirio
que me provoca quedarme en silencio,
sin confesarme, sin decir ni un pío, todo
en la nada, por mi cobardía, por miedo.
Y es que lastima ser rechazado, y yo
no sé si tus palabras serán de bienvenida,
o de rechazo. O unas simples palabras
que siguen siendo de rechazo, pero educadas,
elaboradas...
¡Ay! ¡Cómo te pienso! Quiero todo de ti,
enviarte señales, y confundir tu mente
para que aparezca en tu ser alguna idea
de que te quiero solamente para algo
serio, eterno.
Te pienso reviviendo el verdemar de
aquellas pupilas que hipnotizan, que
yo miré, que yo fijé por segundos, las
mías contra las tuyas, y que aparté
por el miedo... el miedo a no verte
más.
Y es que si me confieso, pupilas
verdemar, me arriesgo a no verte
más, pues el rechazo vuelve todo
extraño, y prefiero callar: es muy bello,
es muy hermoso el poder verte,
es preferible el silencio a no verte
más.
He encontrado una verdad, que puede
ser no tan cierta: es mejor callar que
confesar. Muy alto el precio a pagar
por un repudio. Incomodarte e
incomodarse al verse. Callar es paz
para ella y tormento para el poeta, pero
es de aquellos tormentos que permiten
escribir estos versos.
---------------------------------------------------
Me quedo viendo el cielo, y me siento
acompañado por las estrellas. Así como
ellas centellean, y no se olvida uno de
verlas, así yo recuerdo en esta noche
el brillo que dejas, siento tú equiparable
a una de ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario