Mis pensamientos se vuelcan
en ella para que nazcan mis
mejores versos. Un poema,
alguna rima que siga al
compás del deseo.
Es de noche, y hace frío.
Es de noche, y no está su
cuerpo al lado mío. Es de
noche, y sólo las estrellas
me hacen compañía: ellas
titilan, diciéndome que un
día me arroparán bajo su
guía.
Y es que esta noche es tan
hermosa, tan poética, que
me recuerda a ella. Corre
fuerte el viento, por lo que
digo las palabras y frases
más bellas al aire para
que se las sople en su
recámara. A lo mejor ella
reconozca mis susurros,
en esta noche estrellada.
Quiero escribir mis mejores
versos, que los lea ella, que
sepa que quiero escucharla
gemir bajo mi oreja, escucharla
decir palabras de deseo y amor
en mi recámara, ella sobre mi
almohada.
La deseo tanto que me la
imagino para más de cuarenta
años a mi lado. Imaginar y
desear no es pecado. La
quiero para mí, y así construiremos,
lo imagino, un mundo nuevo
para refugiarnos.
Es de noche y no logro dormir.
Pienso constantemente en
su piel, lleno de deseo, rozándola
como aquella vez bajo el refugio
de mi recámara. Pienso en ella, y
tal vez… ella en mí también.
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Es de noche y ella no está.
Es de noche y me consume
la soledad. Es de noche, y
pienso en ella… y ella aún no
ve la desnudez de mi alma que
la quiere para la eternidad.