Siento que de alguna forma en tu
pecho me sientes a la distancia, que
me piensas recordando los momentos
juntos bajo el paraguas de la ciudad
que no cesa de actividad.
Has sido lo más cercano al cielo que
he llegado, recordando tu mano
bajo mis labios, y tu cara deseosa que
la siga besando.
Camino por las calles de la ciudad que
no cesa de actividad preguntándome
si seguirás disminuyendo la llama de tu
vida, lastimándote por una moneda,
como si de caridad fuera.
Camino lamentándome del fracaso de
no haber logrado salvarte del naufragio,
habiendo querido levantarte del abismo
en que todavía hundida estás. Mas tu
decisión fue la más fácil, la que más
duele, la que a largo plazo te entierra
más.
Mira, te doy mi mano, tómala, no todo
está perdido, mi querida amiga, amante,
compañera. Tómala, aquí estoy, que el
alba volverá, la lluvia en susurros se
apagará.
Toma mi mano, sé que rota estás, y
aunque el mundo sienta que se me cae
en pedazos, callo el dolor para no
verte desesperada, amiga mía, por
querer conseguir una moneda que
a tu cuerpo lanzan con facilidad.
Yo daría todo por poder tocarte, de
poder sostenerte de vuelta, de enjugarte
una lágrima, a pesar de las mentiras que
poco a poco descubría.
Esta noche te extraño, la anterior también,
y las otras igual. Siento una pena abrasadora que carcome mi pecho, que lastima sin sentirte otra noche más.
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