Poesía

Poesía

martes, 27 de diciembre de 2011

Lluvia, me gusta libar tus gotas

La noche tibia, mis pasos
templados. Cobijado en
la soledad en busca de
una tentación que calme
mi pesar.

Percibo una lágrima
asomada en mi pupila.
Es el candor de lo que
pudo ser o no.

Veo al cielo, apreciando
sus grises nubes, agraciadas
por las formas que le da el
céfiro.

Desfogan ellas, las nubes,
hacia la tierra, impregnando
de fuerza mi cuerpo que se
sofocaba por dentro y fuera:
adentro, por no haber tomado
la oportunidad correcta; por
fuera, la expresión física de la
soledad que aterra.

La lluvia, un amor inseparable,
como la ensenada que moja
la tierra, y el capullo que
ahora florece al embebecerse
de sus gotas, sin importar que
sea invierno o primavera.

Me gusta libar tus gotas frescas;
que empañes mis ojos salinos de
lágrimas por la dulce agua que
los cielos regalan.

Sigo viendo al cielo, y encuentro
una estrella. Me fijo en ella: es
cómplice de las nubes y del
céfiro que palian la soledad:
ciñen la triste memoria y la
dejan en paz.

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