Poesía

Poesía

domingo, 4 de mayo de 2025

Poema nocturno

 


Bebo mirando fijamente tus ojos

hasta embriagarme de ti, y

me pierdo desenfrenadamente en

tu sabor, en tu piel, en tus manos

que aprieto contra las mías y tu

corazón que fuerte palpita.


He dejado mis labios moldeados

en tu cavidad sureña, un suspiro

carmesí donde beber yo el néctar:

desenfrena en ti suspiros profundos

do tu espalda arquea.


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Es de noche y no estás. La luz

tenue me hace sentir más la falta,

la mucha falta que haces, que

solo aspiro dormitar. 


Es como ser un  lobo en celo 

abandonado y solo en un 

desierto.


Y al dormitar, yo deseo, y deseo…


Deseo como buen caballero 

llevarte hacia mi hogar como

mujer mía, y yo tuyo, tuyo 

hasta el último hálito de 

aliento. 


Deseo que llegue invierno, que

el frío haga que eches de menos

el calor de nuestros cuerpos, el 

deseo de piel, y de los vidrios

cubiertos de sombras y nuestros

reflejos.

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La melodiosa voz con tu acento 

marcado de norte es un verso 

entonado al cielo. Esa boca 

con sabor a frutilla a la crema,

do florece tu origen con cada

sonido que emite, la quiero

comer hasta hacerte temblar

de placer y algo más, pues

también es deseo.


Escucharte es música, mirarte,

mirarte… mirarte es ver arte. 

Y, ¿amarte? También, un arte.


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¡Ay! Me recuerdas, en parte, al

dulce sonido de violines, y en 

parte, al vaho que deja el aliento.


Te echo de menos, flor carmesí,

tu fragancia quedó en mi piel, 

llevándote a donde sea que vaya,

adentro.


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Vuelve la noche, otro día más de 

solo textos, un par de horas que

nos aleja el viento. Y pienso en lo

bien que nos amemos.


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Llegó el alba, “¡despiértate!” 

escucho que me susurran al 

oído, y hay un vacío: si tan solo

pudiera seguir durmiendo, 

soñando, mi silencio.

  

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