Poesía

Poesía

domingo, 29 de abril de 2012

Deseos de la noche


Sudaban mis manos al

tocar sus pechos de
nácar, apetecidos.
Sonidos del silencio
cuyos ojos miraban
al vacío.

Una granada que abría
su fruto. Degustaba sus
piel translúcida, bañada
de pepitas de chocolate,
un manjar al tacto, suave.

Ven a mis sábanas, son
transparentes. Me arrullaré
en tus pecho, besaré tus
tiernos pezones. Se
encenderán, de placer,
gemirás. ¿Oirás el
silencio del viento en
la oscuridad? ¡Decídmelo
ya!

No hay sombra ni delirio.
Son pétalos, la luna que
alumbra los lirios.

Un fruto no prohibido.
Te deseo, y éste es
mutuo. Bailan nuestros
cuerpos entre sábanas,
bajo un lienzo que cuelga
observando un Jesús
Cristo.

Nos deseamos, nos
manifestamos con
el tacto.

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