Para ti, mujer con pupilas
acastañadas que se
vuelven verdemar con
la luz solar.
Ven mujer de cabello
lacio y liso, una cascada
de tinta negra azabache
que llega casi al fin de tu
espalda, abrazando con
ternura tu cintura. Ven
conmigo que quiero
perderme entre el bosque
de sus hebras, y ahogarme
con el perfume que
naturalmente emana.
Te invito a danzar conmigo
bajo la penumbra, que el
lecho nos aguardará con
sus sábanas, donde
desprenderemos piel
contra piel el calor de
nuestras entrañas.
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Llega la noche, esperada
noche, estrellada, y aceptas
mi invitación de bailar. Reímos,
sonreímos, y palabras de amor
que modulamos con nuestros
labios al oído se pueden
escuchar: un te amo, un para
siempre, un te deseo y la sed
que nos tenemos.
Mis manos navegan por toda
tu piel, acariciándola con
ardiente anhelo. Congelemos
el tiempo, que perdure este
momento.
Y te digo al oído dos
palabras, pues eres
un para siempre y no
para un rato, y
respondes que tú
también, y ahí al cielo
llegué.
Me llevas al cielo con tu
mirar, tú, mujer cubierta
con piel de seda, y blanca
como el nácar, te quiero
para siempre, y amaré
esta noche como el
inicio de muchas más.
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