Es de noche cuando
más la pienso como si
fuese mía, hermosa nívea
mujer, ternura ebúrnea,
pensamientos desbocados
por las noches que estoy
sin su tacto, solitario en
mi cuarto.
La veo en mi recuerdo,
me mira sonriendo,
su cabello negro como el
azabache se desliza hasta su
cintura, cada hebra de pelo
suave como la seda es un
océano negro donde quisiera
ahogar mi rostro envuelto en
las sábanas donde reposa ella,
es su lecho.
Ahora, más que nunca, necesito sus
brazos alrededor de mi cuello en un
abrazo que me quite el aliento. Quiero
salir de esta soledad y dolor
que carcome por dentro.
Llueve, hace frío, y por ello siento
que es el mejor momento para
regalarle estos versos, aunque
estén marcados de melancolía y
recuerdos. Y es que…
Tantas palabras que con recelo
guardamos, hasta que eclosionan
en una confesión, y ahí nos tiembla
el labio. Pues es bien conocido que
duele un infarto un rechazo. Pues
te digo:
No estás y te amo. Te reconozco
en mi mar de recuerdos, y veo en
ellos aquellas manos tuyas,
mitológicas, de Helena de Troya,
envueltas en un pañuelo blanco.
Ansío rozar tu piel, y una vez
más sentirla erizada por mi
tacto. Anhelo llenarte de
escalofríos, y decirte en tu oído
palabras de amor que sean rocío
en tu geografía, especialmente
al sur,donde quiero ver emerger
ríos que únicamente tú podrás
contener… y que no quiero que
contengas, pues es hermoso
cuando el deseo corre libremente
entre dos pieles unidas durante
el ocaso.
Y puede que, si me quieres, me
extiendas tu mano, desnudes
tu alma, intimando en susurros
que transmutan en un perfecto
abrazo.
Regálame tu tiempo, un espacio,
no pido más, un abrazo, para
tener un rastro de ternura sobre
mi piel e irme colmado.
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Es de madrugada y escribo mis
versos. Y recuerdo que te veía y
me recordabas a la melancolía, tu
mirada perdida, y supuse que sufrías,
mas guardaste silencio. No indagué,
yo también callé, deseando escuchar
de tu boca el porqué.
Aun recuerdo el arrullo de tu
respiración al alcanzar el sueño,
hermosa tórtola blanca, y tus
pupilas de ensueño perderse
en quién sabe qué, pero sé, eso sí,
que no estabas en el momento.
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