Fuerte tus latidos. ¡Ay mujer!
Eres vino, frondosos campos de
Viñedos, donde Baco va a
Acampar, a soñar
Benditos sean los campos
Donde tus pies caminan,
El aire que respiras, y el
Agua que acaricia tus heridas
Lidia ¡Oh amor! Compartimos
Los frutos de Ceres. Ven,
Trémula mujer de arcilla,
Ven, que los minutos son nada
Sin tu voz, una melodía.
Sentir tus manos entre las
Mías, ¡Oh Lidia! Eres vida
No hay tiempo cuando clavo
Mi mirada en tus pupilas: es
Otra dimensión ¿La conoces?
Es aquella que siento cuando
Toco tu pecho para sentir latir
Tu corazón.
Lidia, eres poesía. Un poeta
Romano[1] me tiene envidia:
Estás viva, las puertas estaban
Abiertas, y en ella has entrado.
Aquí te tengo, entre mis brazos
El rocío de tus labios… yo, un lobo
Que a su presa ha encontrado.
Tenía sed, y de ellos me diste de
Beber: dulce vino, néctar del
Olimpo,
Júpiter enfurecido… Solo los
Dioses
Pueden beberlo, mas yo, he podido
Engañarlos con artimañas, y he
Escapado.
¡Oh mi Lidia! Ven, y hagamos
poesía,
Que el mar es profundo, y la tierra
No es de sal, y el vino es cada más
dulce,
Si tu mano me das…
¿Me preguntas qué siento
Mientras el viento acaricia
Tus cabellos? Eres poesía,
Mi Lidia. Eres poesía. Alientas
A las aves a que nos canten
Bajo el ceibo.
¿Sientes la paz a tu alrededor?
Un ardiente deseo prende mi
Llama. Me vuelve inmortal,
je suis à toi
Belle demoiselle. Laisse-moi
Te prendre dans mes bras…
J’ai froid… Ta peau, si blanche,
De soie, c’est la neige qui nous
Couvrira… Ce n’est que nos corps
Qui nous donnera chaleur…
Lidia… Lidia… Susurro tu
nombre…
Ven…
juept;)
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