Poesía

Poesía

sábado, 25 de septiembre de 2010

Trémula e indefensa

Una lágrima que se
disuelve en el vacío,
un llanto que me
turba al oírla a ella
trémula e indefensa.

Me turba el hecho de no
poder abrazarla y consolarla
en esa tarde cuyas nubes grises
ensombrecían aun más el cristal
que formaba aquel rocío que
descendía de sus blancas mejillas.

Si pudiera en mis brazos
estrecharla, le enjuagaría
sus lágrimas y le colmaría
el llanto.

Si pudiera de cerca sentirla,
no vacilaría en acariciar
sus adoradas mejillas,
cuando son rodeadas
por lágrimas que le ahogan
el pecho si intenta apaciguarlas.

Ella ha dejado una marcada
huella dentro de mí, por eso
su tan solo existencia no
me es ajena.

No quiero que llore y se
le amargue su dulzura
tierna, sino que sonría
y que sus mejlillas sean
de carmín encendidas.

Quiero muchas cosas
ofrecerle, si tan solo ella
me lo permite, rebozaría
ella de alegría con todo
lo que puedo entregarle,
por ser ella cálida, juguetona
y tímida.

Su pupila café se vuelve
cristalina con la amarga
lágrima que enturbia
el prospecto de su vida.

No llores , vida mía, que nada
ganas amargándote en la noche
fría, más bien disfrútala que es
exquisita.

No llores, que no quisiera que
la sal forme un coral en los
mares donde tus lágrimas van
a parar...

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